domingo, 28 de junio de 2009

La Reforma Laboral y los complejos de la Derecha

"Las opiniones acerca de los salarios se formulan con tal apasionamiento y quedan tan influidas por la política, que en la mayoría de las discusiones sobre el tema se olvidan los más elementales principios" (Henry Hazllit – La Economía en una Lección).

Hace unos días veía en Televisión Española un debate sobre la tan comentada Reforma Laboral. Fue interesante ver como los participantes de tendencias de izquierda preguntaban con razón en que consistía dicha Reforma. La respuesta por parte de aquellos participantes de tendencias de derecha fue una serie de tópicos manidos sin concreción donde se negaba que unos de los aspectos de la Reforma sería el “abaratamiento del despido”. Una vez más, la izquierda había ganado el debate antes de haberse iniciado.

El problema estuvo en que en ningún momento se fijaron las condiciones iniciales de la discusión por parte de los participantes de derecha. Y las condiciones eran muy simples. Se trataba de romper unos de los mitos de la economía marxista, a saber, la afirmación que los trabajadores son explotados necesariamente por los empresarios y de que el “abaratamiento del despido” es uno más de los ejemplos donde se cumple esta máxima. Porque, y no deberíamos de cansarnos de repetirlo una y otra vez, los que creen en el liberalismo económico no son una especie de demonios con rabo y cuernos y olor a azufre que pretenden hacer sufrir a los trabajadores a costa de los ingentes beneficios empresariales.

Sí, aunque parezca increíble y se me tache de cínico, el economista liberal desea también la mejora de las condiciones del trabajador. En realidad, toda su preocupación se centra en indagar que medidas se han de aplicar para que se produzca un desarrollo económico global y sostenido, que por supuesto incluya al trabajador (cómo si no podría calificarse de global).

De esta forma, ante la pregunta de si la Reforma Laboral habría de incluir el “abaratamiento del despido”, la respuesta ha ser rápida y concisa. Si dicho abaratamiento llevase al pleno empleo y a la mejora de las condiciones económicas del trabajador, no quedaría otro remedio que apoyarlo. Cómo demostrar la anterior consecuencia ya sería otro aspecto del debate, pero sin embargo no se partiría de una posición de derrota. Sería interesante ver como los participantes de izquierda se las ingeniarían para demostrar lo contrario por medio de sus trasnochadas ideas marxistas y keynesianas.